Mi nombre es Juan Carlos de Bariloche
Una canción susurró la historia, el final viró a mi beneficio.
Ahora puedo olvidarla y continuar navegando por las pasiones de los lectores de la ciudad de Buenos Aires y del universo llamado traición, puedo recorrer las mentes de quienes les puede interesar y a la vez de quienes se les puede pasar mi nombre.
Mi cruel seudónimo no puede ser nombrado, entonces diré que soy un chico de la ciudad, un eterno enamorado de quien me trajo a escribir estas letras sobre su vida y sobre la ciudad de Buenos Aires.
Mi cruel seudónimo no puede ser nombrado, entonces diré que soy un chico de la ciudad, un eterno enamorado de quien me trajo a escribir estas letras sobre su vida y sobre la ciudad de Buenos Aires.
Suelo ser arrogante y alguna vez llamado egocéntrico y mediocre , puedes juzgarme sin saber mi nombre, entonces diré que soy un chico de la ciudad y que me llamó Juan Carlos de Bariloche.
Entonces soy adivinanza, soy traición, soy un chico de la ciudad y mi nombre es Juan Carlos de Bariloche.
Entonces soy adivinanza, soy traición, soy un chico de la ciudad y mi nombre es Juan Carlos de Bariloche.
Mi existencia gira entorno a una deuda pendiente, y a un ángel que traicioné.Entonces soy de Bariloche y tengo una deuda por saldar.
Deja de cuestionar mi existencia, tengo tantas dudas como tu, divago entre lo más hermoso y lo patético de mi vida. Soy bondad, soy perdón, y su más grande decepción. Soy mi verdugo y marioneta del pasado, y aquel ángel mi más grande acierto.
Aún me mantengo de pie, confundido y hallado a la vez, aún se jugar ajedrez y los trucos necesarios para recuperar a la reina que entre engaños perdí.
Soy Juan Carlos de Bariloche y éste es mi último escrito.
Aún me mantengo de pie, confundido y hallado a la vez, aún se jugar ajedrez y los trucos necesarios para recuperar a la reina que entre engaños perdí.
Soy Juan Carlos de Bariloche y éste es mi último escrito.
Muy tarde aprendí que ella es vida, mi vida. La veo del brazo de aquel hombre mil veces más inteligente que yo, la veo con aquel vestido blanco que enmarca su real esencia, la veo y ruego a su Dios que solo sea un sueño, pero no es asi.
Escúchame una vez, fija tu mirada en mi, sonríe por y para mi, mírame solo una vez más, solo una vez más.
Ha sido demasiado tardío mi despertar, he perdido el tiempo que alguna vez me dedicó, por aquel infierno del que me advirtió. Perdón, mil veces perdón.
Todo es como alguna vez lo imaginaste, como aquella vez en la que pintaste tu más grande anhelo para mi, veo a tu pequeña correr, tan ágil y escurridiza como abril.
Ese hubiera sido nuestro futuro, una pequeña casa con aquel cuarto para mis viajes de soledad y tu colección de vinos, así hubiera sido nuestra vida, entre rosas y el polen, ver correr a nuestra pequeña, y ceder ante tu gusto por vestirla.
Mi nombre es Juan Carlos de Bariloche y ésta es mi última carta, extenderé mi agonía en su honor, por mi desobediencia y su acertada profecía, por sus eternas muecas, por su facilidad al hacerme reir y sus grandes intentos para mantener seriedad, por Mariana, quien la convenció en decir adiós aquel día de juegos, porque los años pesan y ya no puedo seguir.
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