Un suicida en mi habitación
A veces crees ver la vida de una manera diferente, a veces no te es necesario odiar ni ser odiado, simplemente prefieres dejar pasar las escenas en tu ordenada cama de madera.
Cada palabra que deslizan tus labios están entrelazadas con algún secreto, tu mirada se pierde entre el hoy y el ayer. Siempre he tardado en ver lo que ocultas, lo que tu confusa razón intenta demostrar.
Sueles desear no haber cometido tantos errores e intentas recrear la escena una y otra vez, aún estás y yo puedo verte.
Aquella historia triste que siempre cuentas es tan buena que destroza las paredes de lo racional, sueles usar la verdad a tu favor, ¿será esa la explicación a tantas victorias?.
Estoy redactando en un escritorio imaginario de madera blanca, pienso en convertirme en una joven de bien mientras un grito fulminante destroza los muros de lo que se puede y lo que esta permitido, de lo que en realidad quiero y para lo que pienso he nacido... de todos modos mis manos se adormecen cuando escribo sobre lo que llaman realidad.
El aroma del alcohol invade sutilmente mi torpe olfato, he tardado en reconocerlo, he perdido la habilidad de reconocer muchas cosas, reconocer el bien y alejarme del mal por ejemplo.
Todos creen que tenerte aquí es peligroso, cada uno me advierte a su manera, no saben que eres mi complemento, lunas y soles pasarán y nada va a cambiar.
A veces no entiendo por qué te agrado, ser como yo no es algo que le desearía a nadie, no soy un modelo a seguir, duermo demasiado, soy distraída y canto sin razón aparente, puedes pensar que estoy cuerda, ignoras que desde hace mucho he perdido la razón, mis amigos lo dicen y algunos maestros lo confirman, no soy un perfecto ejemplo de lo que todos llaman "Una joven normal".
Soy capaz atrapar un momento y cortarlo en mil para alimentar historias, puedo repetirlas sin darme cuenta, tal vez porque mi mente divaga entre lo que nunca he visto, pero que no por eso exista en alguna parte del mundo, o vaya a existir, eso a lo que llaman "Esperanza" algo que tenía de sobra.

Desde pequeña he vivido con cuentos de terror, historias trágicas que hacían que imagine diferentes finales, poco a poco empecé a soñar despierta, porque estando despierta podía detener las malas acciones, podía curar rasgones y aún mejor, estar consciente de mis propias heridas, que en su mayoría eran de muerte. Cuando era niña me escondía en las pequeñas grietas formadas por las paredes rotas, entre tierra y una que otra criatura que con ternura lamía mi rostro sumido en llanto, recuerdo aquel día que entre risas y saltos jugaba, recuerdo que aquella tarde soñé volar, tocaba el cielo con las manos, y así fue, lo hice, lo toqué, pero enseguida caí de rodillas a la tierra infértil, entre piedras y espinas, me levante al sentir aquel líquido espeso y caliente, al sentir dolor, sin quejarme me puse de pié, entre risas y lágrimas, entre dolor y gloria. Aquella sensación nunca me la quitarán, el sentirme libre, ligera y soñar.
Aquel momento en el que te vi la poesía huyó de mis labios y solo pensaba en gritar todos los improperios que en mis 22 años había aprendido, maldije aquella noche y creí que la suerte o bendición que me acompañaba hasta ahora, había desaparecido. Si hubieras saltado la angustia que sentiría no sería nada comparable a la que alguna vez sentí.
Temo, no sabes cuanto, tengo miedo de que desaparezcas, espero que para entonces seas mucho más fuerte que yo y te vayas sin mirar atrás. No te he salvado, tu me salvaste, cambiaste lo habitual, nadie me encontró, yo te encontré, por primera vez he decidido, y eres tu, es ésto, tenerte a mi lado, escuchar canciones que nunca había oído, que me acompañes en cada noche de soledad, que hagas sonidos raros con la guitarra y que rompas cada una de mis cuerdas, que me escuches y escuches cuanto te amo, que todos se enteren que duermo todas las noches con un suicida en mi habitación.


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